jueves, 17 de enero de 2019

Ladrillo sobre ladrillo en San Luis al 3400

Hace unos días, paseando (o sea, haciendo tiempo para llegar a otro lugar), decidí hacer lo que hago siempre, que es tomar por calles y cuadras por las que nunca pasé o hace rato que no paso.

Recientemente en un grupo de Facebook se habían publicado fotos de algunas casas que, si bien no eran "patrimoniales" en el sentido de ser antiguas, lo eran en el sentido de ser poco comunes, obras de arte y no cajas de cartón hechas en serie por arquitectos anónimos. Estábamos repensando justamente eso, que el BASTA DE DEMOLICIONES implica no solo lo antiguo, sino también lo nuevo que pueda ser considerado bello o patrimonial por otros asuntos.

Una de esas casas era muy particular, porque estaba hecha totalmente de ladrillos y utilizaba muchos recursos geométricos, jugando con lo cuadrado y rectangular.

Así que voy caminando y me encuentro con eso, por San Luis entre Caferatta e Iriondo.




En lo personal, amo el trabajo en ladrillo, aunque no reniego del revoque. Pero el brutalismo me resulta estéril y el uso de hormigón crudo ha caído bajo al ser utilizado como un recurso para reducir costos, porque ni siquiera se pinta. Ya no es una expresión artística: es dejadez profesional. Así que la mera existencia de casas de este tipo me deja muy contento.

El perfecto ritmo de los rombos, la puerta en un costado, ingeniosamente triangular, habla de minimalismo pero también de ganas de hacer algo más que simplemente una pared.

En suma, la casa es un cubo por fuera, algo que podría resultar estéril pero no lo es justamente por este juego minimalista, que se continúa en los costado.

Bien por este tipo de arquitectos (y por los dueños que les pagan y les dan la posibilidad de hacer algo así).


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