jueves, 20 de agosto de 2020

La tan temida demolición en Buenos Aires al 1700

Ya la mostré un poco en esta entrada de 2014, cuando ya estaba vallada.

Esta casa tenía un significado especial para mí porque la conocí por dentro. Entre 2007 y 2010, más o menos, pertenecí a una asociación en la que conocí a muchas personas, entre ellas la dueña (o una de las dueñas) de la casa, que por un tiempo instaló ahí una librería. Algunas veces fui a sacar fotocopias; era un hermoso caserón, que daba mucho espacio para instalar casi cualquier tipo de negocio.

Una o dos veces, en preparación a un evento que organizaba la asociación, pasamos y utilizamos un par de habitaciones y el amplio patio lateral (que funcionaba como cochera) para armar diversas cosas que se necesitaban. De nuevo puedo decir que era un caserón enorme, bien mantenido y con detalles muy bonitos. Lamentablemente, como estábamos trabajando, no tuve tiempo ni idea de sacar fotos. Parecía que el lugar no se iba a ir a ninguna parte...

Pero pasó el tiempo, la asociación se disolvió y perdí contacto con todas estas personas, al menos por unos años. Mientras tanto la librería cerró, dejé de ver a la dueña (que tampoco conocía mucho, pero era una mujer muy razonable y amable) y bueno, así quedó todo.

Unos años después, pasé y todo estaba tapiado, como ya comenté en la entrada anterior. Desde 2013 (o tal vez desde antes, no hay registro anterior en GSV) estaba así, con su cara tapada, lamentablemente muriendo de a poco.

Sin embargo cada tanto pasaba y la miraba. Imaginé muchas veces que la compraba y la restauraba; uno de mis ideas era que, a pocos metros de calle Pellegrini, podría convertirse en un bar o restaurante, aprovechando los amplios espacios que yo recordaba. A lo mejor hubiera sido imposible por la disposición de las habitaciones, dónde poner los baños y la cocina, pero uno soñaba... El patio que era cochera se podría convertir en un pequeño jardín para poner mesas afuera, expandiendo la capacidad y dando la opción de comer con algo de verde alrededor. Hasta tenía pensado que podría funcionar como salida de emergencia, llegado el caso. ¡Tenía todo planeado! Y no importaba si lo hacía yo u otra persona.

El tiempo pasó y pasó. El cartel de seguros siguió ahí, como se puede ver en la primera foto de esta entrada, hasta agosto de 2017 como mínimo. Bastante poco, si lo pensamos, apenas 3 años. Sin embargo, en ese tiempo pasaron cosas, y todo se ve que fue para peor.

En la siguiente foto de GSV, de 2018, no solo han quitado el cartel, lo cual está bien porque era algo de seguridad, sino que habían tapiado la puerta con ladrillos, una práctica que la verdad me resulta muy triste y lamentable.

Y no era lo único: como puede verse, del otro lado había un tapial con una puerta, que daba acceso a un patio amplio en el cual funcionaba una cochera. En la foto de arriba (de 2018) puede verse apenas a la izquierda; en esta, que es de 2015, se ve claramente.

Ese portón es tal vez la principal muestra del deterioro. El revoque se empezó a caer; de eso puedo dar fe porque cada tanto pasaba. Además, así como tapiaron la puerta de entrada de la casa, lo hicieron con la del estacionamiento. Esto, que a veces es para evitar intrusiones, lamentablemente termina de condenar a la casa, porque luego es más difícil de removerlo. Es la primera palada de tierra...

En esta foto de enero de 2019 se la puede ver ya con la puerta no solo tapiada sino también vallada, y con el muro elevado para hacer más difícil todavía la intrusión.

Sin embargo, yo guardaba esperanzas de que pasara algo bueno...

Lamentablemente, el otro día, yendo con ella, la miré y di un salto que la asustó. Por toda la cuestión de la cuarentena, no había pasado por ahí, porque uno camina y viaja mucho menos. Y fue ese momento en el que decidieron matarla.

Apenas pude ver una parte de la fachada, junto con el cartel de la demolición y algunas telas negras, tristes mortajas para despedirla.

Ahí va, una menos. Una de las razones por las que yo pasaba por ahí era para verla y soñar... pero ahora ya no tengo tantas ganas de pasar por la plaza López.

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