miércoles, 22 de enero de 2020

Pasaje H Cortes, en el límite del Barrio Luis Agote

Como siempre, cuando tengo que ir por un lugar que no conozco, y sobre todo si lo hago a pie, consulto algunos datos en el mapa para ver donde girar, cuantas cuadras son, etc. Esto hace que descubra de antemano cosas que me interesa fotografiar, sobre todo una de mis pasiones, los pasajes.

Fue así que hace unos días, al tener que hacer un trámite por barrio Echesortu, bajé en cierta esquina, caminé un par de cuadras y me encontré, a sabiendas, con el pasaje H. Cortes (ni siquiera el mapa de la Muni me dice de qué es la H, pero supongo que de Hernán? Cerquita están los pasajes Fernando e Isabel la Católica...).


Pero primero lo primero: caminando me reencontré con estos viejos rastros del pasado que ya reporté en una entrada ya algo... viejita.

El estado de la vereda cambió, y ahora hay un paredón
en lugar de un cerco, pero la vía sigue ahí.
En fin, caminé un poco más por Lavalle y de pronto lo encontré.



Para mi ¿decepción? resultó ser un pasaje bastante anónimo, sin nada raro más allá de su existencia a mitad de la manzana. Aunque hay tres flechas que indican la dirección de la calle (dos en donde "nace", una en donde "muere"), ninguna registra el nombre del pasaje. No hay empedrado, ni edificios antiguos o llamativos... Solo muchas construcciones más o menos humildes, al menos a primera vista.





Como casi siempre, la mitad de la calle está ocupada con los autos de los propietarios, que duermen en la calle. Afortunadamente, a diferencia de otros pasajes, no se me complicó la circulación con árboles enormes, basureros u otros elementos que me han obligado a bajar a la calzada en más de una oportunidad.

En la última foto puede verse su intersección con Bv. Avellaneda, justo después de que termine el viaducto; no saqué fotografías allí ya que había gente que no me inspiraba confianza...

Como puede verse en estas dos fotos de GSV, las dos mirando hacia Lavalle, En ninguna de sus esquinas la calle está señalizada. Así que supongo que solo las personas del barrio deben conocer su nombre. Lo cual, como siempre, inspira historias de misterio urbano.


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