Pasó lo que tenía que pasar. Había documentado, meses atrás, el estado de esta casita tan bonita, que por desidia o vaya a saber qué cosa, estaba en un estado calamitoso, junto a una obra en construcción, esperando morir.
Y se murió.
Las dos primeras fotos, algo quemadas, son de un día muy soleado; la otras tres, de una tarde en la que volví a pasar por ahí, días después. Por lo que creo, alguien debe haber visto el peligro y se realizó un apuntalamiento y señalización. Al menos eso, pero no deja de ser algo triste.
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