Es un edificio emblemático del centro de Rosario, aunque no conozco su nombre. Es uno de esos hermosos monstruos que campan por ahí, y que uno disfruta hasta que, justamente, algo les pasa. Una de esas postales silenciosas, poco conocidas pero imprescindibles.
Así lo recuerda Google Street View en su momento de gloria. |
Por Italia. |
Desde la esquina, hacia Santa Fe. |
Por Santa Fe. |
Como digo, temí que lo voltearan, y me tranquilicé cuando vi que no sería así. Al menos lo externo quedará, pensé, y deseé que no le pusieran más pisos, ni lo reciclaran demasiado, porque he visto, últimamente, cada engendro innombrable...
Pero después nada pasó. Sigue ahí, apuntalado y medio muerto, como un hueso dispuesto a ser roído por la desidia y el tiempo.
La obra ni siquiera tiene habilitación. Ni un sobre cartel de nada. Solamente las mortajas anuncian una semimuerte que en cualquier momento puede hacerse total. Han venido lluvias y fuertes vientos; ¿cuánto soportarán los apuntalamientos, y la tierra de los cimientos que fue retirada? Es un doble peligro: cultural, porque se puede perder, y físico, porque puede dañar a alguien.
Por eso la vergüenza es doble. En pleno centro de la ciudad, yace una obra sin habilitación, sin permiso de demolición o construcción, sin una faja de clausura, sin nada. En pleno centro de la ciudad, una bomba de tiempo, y para colmo, un edificio que sufre: un pasado que puede perderse.
Es el tipo de cosas que a veces no entiendo.