Con los edificios antiguos pasa que muchas veces se conserva todo lo que venía con ellos. Esto incluye, en el caso de los comercios, las enormes y pesadas persianas de chapa gruesa. Ya no se fabrican más: pesan una tonelada y son inexpugnables.
Como garantía del fabricante, además de publicidad, muchas de estas tienen, todavía, las chapas de sus creadores, apenas legibles debajo de varias capas de pintura. Estas son dos que encontré en comercios casi contiguos de calle Callao entre San Luis y San Juan. Pero se ven todos los días, y son un pedacito más de la historia de Rosario.
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