Era adolescente. Iba caminando a un colegio de la zona. Pasaba por allí, bueno, muy cerca, y cada tanto me preguntaba qué calle era esa, que no parecía durar mucho.
Y no, era un pasaje. Entre Presidente Roca y España, comunica las calles Tucumán y Catamarca; es decir, apenas una cuadra.
Y sin embargo, como digo, para mí, que con tan pocos años comenzaba a transitar por una zona de la ciudad desconocida para mí, fue un primer descubrimiento. Algo que, en la lejanía, me llamaba.
Claro que no atendí ese llamado. Era muy temprano por la mañana, no había nadie en la calle y tenía que ir al colegio.
Pero seguí relacionado con la zona, por diversos motivos, de manera que cada tanto iba por la zona. Eventualmente terminé metiéndome en él, lo encontré y desde ahora es un clásico por el que quiero pasar cada vez que puedo.
Comencemos el recorrido. El pasaje Saguier, como decía, comunica Catamarca, más al norte, con Tucumán, con un sentido de circulación norte-sur.
Es un pasaje como muchos, perdido en la geografía rosarina, y que como muchos, no ha sido visitado por Google Street View, para delicia de exploradores como yo. Hay que ir y verlo; de otra manera, no se lo aprecia totalmente.
En ese extremo, el pasaje "nace" frente a un edificio y una enorme estación de servicio. A diferencia de otros pasajes, se lo puede transitar con bastante comodidad en automóvil, incluso con una fila de vehículos estacionados.
No existe, sin embargo, ningún edificio misterioso, ni emblemático, ni artística o arquitectónicamente muy llamativo, ni extremadamente antiguo.
De manera que cuando hice esta recorrida fotográfica (algo apremiado por el tiempo) no me pareció interesante pararme en el medio para investigar más: los pasajes generalmente me atraen por sus extremos, sus nacimientos y sus "muertes". Tal vez sea porque yo mismo vivo en un lugar donde una calle muere/nace. Pero eso lo contaré otro día.
En fin, luego de caminar exactamente una cuadra, nos encontramos con el final del pasaje Saguier. Nombre que, según pude investigar, viene por el apellido de la familia que era dueña de los terrenos que se utilizaron para el mismo. Lo cual tiene todo el sentido del mundo.
Pero nos habíamos quedado en el final... pues es este. El pasaje termina justo frente a la entrada del depósito de un gran supermercado que está justo a la vuelta. Ni qué decir que los camioneros están contentos con tanto espacio para maniobrar. O a lo mejor es por eso que el pasaje no se utiliza como estacionamiento en doble fila, como he visto innumerable cantidad de veces en otras zonas de la ciudad.
Y así termina el recorrido. Advertí que era corto. Pero no quería cerrar el año de creación del blog con otra demolición o alguna noticia negativa. Quiero quedarme con lo bueno, también, y este es un hermoso recuerdo de mi infancia mezclado con mis exploraciones urbanas actuales.
Después de todo, quien sabe. Tal vez algún día, que no recuerdo, fui o volví del colegio por ese pasaje, y me deleité con lo mismo que el otro día.
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